Queridos seres todos: nuestro empoderado amigo Rodrigo Dagoberto, hombre sometido al yugo femenino, reprimido e inexperto en temas etílicos , el día sábado a la hora del almuerzo intentó alzar su voz y en un arrebato de rebeldía ahogó sus penas en alcohol procediendo a beber un vino sospechoso el que se mezcló con su ira y le produjo un estado de embriaguez manifiesta , dado que su habitual locuacidad, lucidez, e histronismo estaban atrofiados por el líquido que bañaba su cerebro, le costaba hilar una frase , ordenar una idea y los enfoques se confundían en un paradigma oculto y curricular.
Llegó a clases con un hálito que el mismo Super hubiese querido para sus pruebas más audaces y yo ahi estoica , debiendo soportar el hedor que insolentemente respiraba fetidizando mi ropa y contaminando mi oxigeno.
Subimos al bus y se produjo un hecho tragicómico, Rodrigo Dagoberto se sentó cúal ancho es y empezó a roncar con sonidos guturales desatando la furia de los pasajeros que placidamente viajaban en el bus, miraban con ojos iracundos a este ser que, indiferente incrementaba sus ronquidos seguido por Ignacio, mientras uno entraba en amnea suspendiendo la respiración amoratado a punto de expirar el otro gemía agudamente. Con Lilian intentamos moverlos pero, era imposible ya que ambos inertes y relajados ante la protesta de los pasajeros que tosían, carraspeaban, y emitían toda clase de sonidos, gestos y musarañas con el objeto de acallarlos ya que en ese momento estaban dando en la T.V. del bus una película de suyo interesante, pero nada es que el vino pipeño cosechado en un balde por pies de hombres sin asearse parecía un somnífero potente.
La pregunta que surge es cómo evitar que Rodrigo e Ignacio alentados y guiados por Wilsón hagan de ese bar su templo de reunión sabatina, su lugar de comunión y perdición , ya que puede ocurrir que, un sabado simplemente desaparezcan de clases y se extravíen en los laberintos de esa casa que los atrae cómo un imán.
Llegamos al terminal de Concepción , nuevamente intentamos provocarles un estado de alerta o vigilia pero nada entonces les removimos la cabeza y tiramos del pelo a Rodrigo, cosa muy difícil ya que los pocos cabellos que, pueblan su cabeza se incrustaron en nuestros dedos cómo alambres de púa o puerco espín , y la boina de ignacio empoderada de su función oponía feroz resistencia , entonces en un acto desesperado recurrimos al acomodador o auxiliar del bus experto en temas de esta índole y procedió cómo un sacerdote a bautizar el rostro de Rodrigo con agua y sobre saltado abrió sus ojos y revivió.
Con Lilian nos marchamos cabizbajas y abochornadas por el escándalo provocado por nuestro Dagoberto , lo subimos a un bus y procedimos a despedirnos, en tanto Ignacio cantando subía a un bus rumbo a su comuna.
jueves, mayo 25, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario