Queridos seres: El presente ensayo intentará abordar el tema de las Universidades privadas.
Particularmente soy hija de este modelo educativo inserto en el neoliberalismo y no tengo prejuicios en aceptarlo y sentirme orgullosa de haber pertenecido a una Universidad con una escuela de derecho anti positivista y con un fuerte sentido ius natural, donde los derechos fundamentales, la sociología del derecho y la filosofía eran parte esencial de la malla curricular.
Todos aquellos prejuicios relativos a la calidad de enseñanza quedaron sepultados, dado que por una cuestión de competencia, excelencia y de obediencia al mercado y modelo al que pertenecía tuve los mejores docentes en mi campo disciplinar.
Se debe indicar que la Universidad ha sido conceptualizada y considerada como un referente cultural potente, es sin duda un espacio dialógico, de reflexión y discusión.
La universidad, por lo anterior fue caracterizada por su solidez e inmanencia, las generaciones pasan y la universidad permanece durante cientos de años como espacio para la reflexión crítica de la sociedad (Oyarzún, 2002).
La universidad tradicionalmente concebida como un espacio accesible a todos, concebida como una institución fundamental de la sociedad sin grandes discriminaciones deja de ser una ‘institución’ de la sociedad para pasar a ser tan sólo una ‘organización’ del mercado (Ibarra, 2002), en el contexto de un proceso de reordenamiento coherente con las lógicas liberales que mandan a orientar la lógica organizativa de la universidad al autofinanciamiento, orientando la producción de saberes y técnicas según las demandas de una sociedad, comprendida como capacidad de consumo.
Este proceso y posterior transformación sufrida por las universidades se inicia en nuestro país a partir del año ochenta, en el marco del llamado programa de modernización nacional que impusieron las autoridades económicas de corte neoliberal durante la dictadura de Augusto Pinochet, políticas continuadas por los gobiernos socialdemócratas que le siguieron. Hoy Chile constituye un ejemplo de reformas neoliberales en la educación superior ya ocurridas (Germano, 2001), considerándose a Chile el paradigma por excelencia de un país que “abre la educación superior al libre mercado y a los procesos de privatización, con la explícita intención de convertir toda institución superior en una empresa privada y autofinanciada” (Austín; 1998; p. 2-3, citado por Germano, 2001; p. 232).
Particularmente me interesa abordar el presente trabajo desde la perspectiva de los docentes que forman parte del proceso de formación de las Universidades privadas.
No obstante y sin caer en grandes contradicciones, me declaro adherente a éste modelo de Universidad por la oportunidad que brinda de acceder a una carrera profesional. Mi crítica versa sobre la calidad docente. Sin embargo este tipo de docente no es exclusivo ni excluyendo de las Universidades privadas.
Al docente a que aludo, se refiere específicamente en mi campo disciplinar que es Derecho.
No es del caso y sin duda, se apartaría del espíritu del trabajo referirme al docente de derecho en particular referido a la forma de impartir docencia, no obstante creo que debido a la proliferación indiscriminada de las Universidades privadas, quienes ejercen la labor de docencia carecen de técnicas y herramientas metodológicas y didácticas y esto se refleja en la calidad de la educación.
Se trata sin duda de profesionales recién egresados ejerciendo funciones docentes sin preparación de ninguna naturaleza y sin mediar algún post grado que lo avalan como garante de aprendizaje significativo.
El problema planteado se relaciona con el siguiente cuestionamiento: la universidad privada no está obligada a entender su actividad como bien público, de hecho su subsistencia depende de la mantención del modelo liberal.
En este punto mi postura es de adhesión a dicha tesis, dado que El Estado es un mero comprador de servicios que ofrecen las universidades privadas. Pertenece al Estado en su rol subsidiario velar por el cumplimiento y funcionamiento de las Universidades Estatales en la medida que éstas subsistan a través de las matrículas y aranceles que deben cancelar sus alumnos. La Universidades públicas declaran ciertas áreas como prioritarias respecto a otras y de acuerdo a ello generan concursos de fondos de investigación o de desarrollo institucional para desarrollar productos (del saber) que satisfagan las demandas claramente definidas como prioritarias por el Estado; por lo tanto, las universidades que quieran conseguir esos fondos de financiamiento, deberán desarrollar proyectos de investigación (y de formación) coherentes con los criterios claramente delimitados y definidos.
En este particular contexto y respondiendo la pregunta las Universidades privadas no le corresponde un rol en aras del bien común, ya que efectivamente su subsistencia depende del modelo en el cual se encuentra inserta.
Existe un tópico que señala “La enseñanza pública es mejor que la privada”. Pero las cosas han cambiado considerablemente. Mientras la universidad pública cuenta con la experiencia a su favor pero necesita una modernización y reforma en forma urgente, la Universidad privada aporta una mayor atención a los alumnos y más medios e infraestructura por ejemplo.
Uno de los motivos que, me llevaron a optar por la Universidad Privada fue saltarme el en primer término, y con el objeto de acceder a ella, dado que se requiere aprobar la selectividad y sacar una nota de corte específica según cada carrera. El factor académico (y un poco de suerte en selectividad) es lo que más se valora. No es por cierto, una cuestión de capacidad sino de un conjunto de factores y elementos que me alejan del sistema. En segundo término, el hecho de tener más experiencia la Universidad estatal que la privada implica que los profesores de la Universidad pública tengan más años de experiencia en el ámbito educativo. Algo que, en la mayoría de los casos, se traduce en el proceso de transposición didáctica.
Por último, y para contestar a los que aseguran que la Universidad pública carece de medios, hay que decir que eso no es una cuestión propiamente de éste tipo de instituciones, sino de las autoridades competentes.
Indudablemente, la Universidad privada, ha sido estigmatizada de elitista, por el simple hecho de que es necesario pagar mensualidades para poder cursar los estudios. Es cierto. Es necesario abonar unas determinadas cantidades de dinero para poder matricularse en una universidad privada. Pero no es menos cierto que estas universidades ofrecen una serie de ventajas con respecto a la universidad pública e incluso se puede acceder a ellas mediante diversos créditos.
Los medios que una universidad privada pone a disposición de los estudiantes son más y mejores que los de cualquier universidad pública. Los estudiantes además, no se ven obligados a sufrir la masificación que se ha convertido en rutinaria para los que optan por las Universidades centros públicas. El hecho de que en una clase haya un número limitado de estudiantes supone que el aprendizaje va a estar, en el sentido positivo de la palabra, más controlado, y que el necesario contacto entre alumnos y docentes se va a ver incrementado y potenciado.
La raíz de esta polémica puede estar en el tópico que afirma que la enseñanza pública es mejor que la privada. Sus partidarios parecen no haber frecuentado últimamente las aulas públicas.
Finalmente se debe señalar que las universidades públicas no deben accionar su objetivo en el bien público, no obstante el efecto socio culturalmente importante en este aspecto, no obstante el fin último de este tipo de instituciones es asegurar una cantidad de profesionales y técnicos que estén acordes con la mantención, prolongación y proyección de un modelo concebido en expandir el capital, que posee una minoría clásica y elitista de nuestro país.
sábado, junio 30, 2007
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